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La creíble y triste historia del cándido pero ausente marido y de su esposa desamorada |
12 de Noviembre, 2007
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desamores |
Antes de seguir leyendo este post, te sugiero visites "El engaño" (02-11-07), en este mismo blog. (Gustavo Reyes-Giga) -Te veo a la noche... Volví a la oficina, todavía con el recuerdo de su piel en las manos. Seguía lloviznando, y hacia las cinco de la tarde casi todos en la oficina le rendían culto a la diosa ausencia. Adela tenía turno con su odontólogo; Carlos, una reunión para ultimar detalles con los alemanes de la obra; y Susana, mi secretaria fiel de toda la vida, comenzaba con su enésima terapia, esta vez, con la licenciada que le había recomendado la nuera. Me quedé solo, pensando en ella. En la mujer que sólo unas horas antes, me había hecho descubrir el cielo en su sexo. Saboreando, casi perversamente, que en unas horas más nos volveríamos a encontrar. Me jacté de mi capacidad amatoria y, confiando en otra maratónica performance, proseguí con mi tarea. -Amor, llegué. No sé si fue mi imaginación. Lo cierto es que presentí que el horno no estaba para bollos. La noté como apurada por poner la mesa. Inquieta. -Pasó algo?, pregunté. -Nada. Lo de siempre... Durante la cena charlamos lo justo y necesario. Lo justo como para afirmarnos como seres parlantes y distinguirnos del perro atorrante que tenemos por mascota. Y lo necesario como para enterarme que habían llegado los servicios, que había aumentado la tasa de alumbrado y barrido, que la señora de la limpieza usaba el teléfono de línea para llamar a celulares, que en el presupuesto de las cortinas del living no estaba incluido el faldón de arriba, que la semana que viene comenzaba con una terapeuta nueva (ojalá no sea la misma que le recomendaron a Susana), que mi tío estaba grave, que el perro tenía pulgas, que pitos y flautas... Le ayudé a lavar los platos. Los dos, en silencio. Terminamos y me fui a duchar. No sé por qué, pero me tardé más de la cuenta. Corté las uñas de mis pies, los pelos de la nariz y hasta me hice una mascarilla facial para eliminar los abominables puntos negros que me persiguen desde la adolescencia. Además de ponerme de perfil, hundir la panza y mirar en el espejo cómo los músculos de Adonis iban convirtiéndose, lenta pero inexorablemente, en adiposidades detestables. Ya para cuando llegué al dormitorio estaba dormida. Sigilosamente apagué el televisor y me escabullí dentro de la cama. Suspiré. Sentí una rara mezcla de alivio y desazón. Creo que no tardé en dormirme más de dos o tres minutos. Soñar, no. Ya lo había hecho antes, en el cuarto del hotel de Belgrano... Para entonces, la lluvia ya había cesado. Georgie |
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publicado por
georgie a las 19:44 · 4 Comentarios
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Comentarios (4) ·
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Pasa más seguido de la cuenta... Muy bueno el relato!
Creo, y estoy de acuerdo con el perro, que pasa...que la rutina arruina las parejas, y que todos queremos y necesitamos sentirnos vivos, desear, amar... Muy bueno el relato, y muy real. Besos
Ay! Si tan solo pudieramos no sentirnos culpables! Si esa "desazon y alivio" de que estuviera dormida no tuvieran restos de culpa, de expectativas desgastadas... Podriamos ser mucho mas libres para el juego...Y dormir, planeando el proximo encuentro...
"En otro tiempo el espíritu amó el “tú debes” como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí."
De la tres transformaciones, Friederich Nietzsche
Pasa...pasa. Quedaos tranquilos. Tenemos nuestras "cositas" y nuestras rabietas. A veces no es con la otra persona, sino por un monton de cosas que vienen juntas.
PD: no me funciona el acento, perdçon.
Un beso
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Georgie
Para una buena receta no hay que escatimar los ingredientes, no? Ganas, conocimiento, voluntad, buen gusto, buena leche...con un toque de locura, desenfado, amor, ironía y acidez. Más un poco de historia personal, imaginación, bastante vuelo y un puñado de mentiras piadosas.
Contacto: georgie.jab@gmail.com
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