Eran los tiempos dulces de nuestra juventud. Con el Colo nos conocíamos desde la infancia, de los tiempos de la novena división de nuestro querido "Sanfer". Nos habíamos pasado "la ovalada" infinidad de veces. Él, en su sacrificada y embarrada condición de hooker. Yo, como elegante full back, puesto más "distinguido" y codiciado, si los hay.

Corría 1980, y de casualidad, nos encontramos en el mismo curso de la carrera de Ciencias Económicas, en la paquetísima Universidad de Belgrano. Colimba obligatoria y medio año sabático mediante, el tema es que arrancamos dos años después que el resto de los chicos, nuestros compañeros. Y dos años a los veinte, se notan. Winners totales, teníamos la percepción de "comernos a los chicos crudos", que viene a hacer la condición de saberse y sentirse conquistador por excelencia: los otros miraban desde las mesas; nosotros dominábamos la barra, dando cátedra de enganche a la gilada, y acechando a las presas cual lobos feroces. Lobos... Continuar leyendo