Volviendo atrás, muy atrás, en la memoria,
llegué al primer beso. Sabor a frutillas,
que tu boca tierna dedicó a mi historia.

Primavera del ´74. Sábado a la tardecita, casi noche, en Victoria. El garage de los Gabrielli se transformaba en pista de lentos. Cada baldosa albergaba a una parejita, y encima, nos sobraba. Octavio, con Chiquita; Sarita y Daniel; Waldo daba sus primeros pasos con Verónica; y en la baldosa más diminuta, vos y yo, escribiendo los primeros versos en el cuaderno del amor. Yo, temblando de nervios ante la proximidad de lo inevitable: el primer beso, el que me iba a marcar a fuego para siempre. Por lejos...
Todos estábamos pendientes de lo que iba a suceder. Chiquita y sus amigas pensaron que no nos íbamos a animar. Que no podíamos cruzar la frontera, implícitamente convertidas en guardianas de lo permitido, y al mismo tiempo, ávidas de que diéramos ese primer paso. Del lado de los chicos, estaba nuestra torcida, alentando al hecho,... Continuar leyendo