Se los veía todos los domingos por la tarde, en el paseo obligado alrededor de la Plaza Mayor. Casi siempre estaban acompañados por una amiga de ella, o alguna de sus primas. Él llevaba su porte como distintivo. Su aire serio le daba todavía mayor majestuosidad, y su sombrero gris completaba el cuadro. Qué señor respetable ! Cuánta hidalguía ! A su lado y del bracete, su amada le correpondía como anillo al dedo. Derrochando frescura e inocencia en su sonrisa, imaginando quizás los versos que él le escribiría, que le regalaría en un descuido de la sargentona tía con cara de arpía...

(Buenos Aires-Plaza de Mayo-1937)
...Dónde estás ahora,
Natalio Ruiz
el hombrecito del
sombrero gris?
Te recuerdo hoy, con tus anteojos,
que hombre serio paseando por la plaza!
De qué sirvió cuidarte tanto de la tos?
No tomar más de lo que el médico indicó
cuidar la forma por el qué dirán,
y hacer el amor cada muerte de obispo,
y nunca atreverse a pedirle...
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