De vuelta... Lo hubiera querido hacer bajo otras circunstancias. Pero no... Y si bien este blog se caracteriza en tocar temas de amor y relacionados, soy un cúmulo de sensaciones y sentimientos. La bronca es uno de ellos... Y me han metido el dedo en el orto, de una manera que no me gusta...
Puede ser negro...rubio...pelirrojo...castaño. Su color de piel o pelo, es lo menos importante. Pero que es de mierda, no tengo dudas...
Así es el hijo de puta que me rayó el auto. Y estoy segurísimo de que no fué ningún accidente. A nadie se le cayó nada. Los trazos de los rayones, la alevosía, son indisimulables. Quiero creer que no es ninguna vendetta. No mato ni a una mosca. No tengo enemigos. No me muevo a la mujer de nadie. Salvo a mi viejo, no le debo guita a nadie...
Es posible que haya sido un pendejo jodón (yo lo llamaría jodido), para darse corte ante los boluditos de los amigos... Un resentido de cuarta, que se la agarró contra un Clío. No es ninguna 4x4, ni está tuneado, ni tiene llantas, ni vidrios polarizados... Es más: gracias a la lluvia del día anterior, estaba sucio... Imposible que despertara la envidia de alguien...
Todo apunta a presuponer que se trató de un simple caso de mala leche. De una fechoría estúpida de un pelotudito que se sacó las ganas de hacer daño. Y se las sacó contra un objeto que le es ajeno, seguramente al amparo de la desidia de algún desaprensivo observador, que si logró ver algo, calló su boca... A plena luz del día, estacionado junto a la vereda, en la calle comercial de un barrio del suburbano bonaerense, en algún puto instante entre las 10 de la mañana y la 1 de la tarde. Impunemente. Como casi todo lo que pasa en este bendito país...

La Bronca-Luis Blanco
Si lo hubiera agarrado in fraganti, lo hubiera cagado a trompadas. Del asco, nomás... Sin importarme su edad, condición social, ni nada. Y seguro que hubiera ido en cana...yo, por supuesto... Los derechos humanos, sólo para los delincuentes, marginales, inadaptados... A mí y a lo que es de mi propiedad, que nos parta un rayo...
A cinco minutos de ahí, un pendejito que te manguea por limpiarte el vidrio del auto, de prepo y sin preguntarte, y que se aleja puteándote si le hacés señas para que no lo haga, cuando pasa, te escupe la puerta o el guardabarros traseros. Doy fe que es así...lo ví... "Pobrecito", lo señala doña Rosa..."no tiene la culpa..."
Me cago en si la tiene o no... Sólo quiero que no me metan más el dedo en el orto.
Georgie