Mi alma y yo tuvimos un encuentro. Particularmente, fue una mañana activa, con poco tiempo para pensar y reflexionar. Pero, después del almuerzo, las cosas cambiaron. Algunos recuerdos vinieron a mi cabecita, estuve un rato a solas, y, poco a poco, se fue creando el clima. Ya para las tres de la tarde, y cómodamente instalado en mi oficina (aire acondicionado mediante), recibí su visita. Se sentó frente a mí, y me dijo:
-Dame un whisky. Un JB (no todos tienen la suerte de contar con un whisky personalizado).

-Ni en pedo... estás loca? Son las tres de la tarde... A lo sumo, un café. Cortado?
-Siempre el mismo, vos... Qué te cuesta?
-Hermosa... tengo toda la tarde por delante... Mientras vos soñás, yo laburo...
-Está bien...con edulcorante...ya me acostumbraste también a eso...
-El médico nos dijo...
-Cortala con el médico...
-Claro... A la señorita sólo le calienta lo interior... Y lo de afuera, qué? No importa, acaso..?
-Uff, me cansás... Me llamaste...
-Sí. Es por lo del 24. Dónde vamos?
-Otra vez con esa boludez..? Si al final decidís siempre vos... Donde quieras... Mejor dicho, donde nos lleves.
-Vamos a lo de los viejos, con las chicas...si vienen...
-Me queda otra?
-No.
-Y entonces...para qué me preguntás?
-Bueno, che. Quería que formaras parte de la decisión...
-No me hagas reir...que no estoy para la risa...
-Qué te pasa?
-Qué me pasa? Y a vos qué te parece?
-Qué sé yo! Contame, si querés...
-Obvio...que el señorito toma decisiones, el muy orondo, siempre pensante. Decisiones que nos involucran a los dos...Y algunas decisiones tuyas me joden...
-Pero, Alma, ya lo habíamos hablado... Y vos me diste tu consentimiento...
-Sí, ya sé... Pero ahora no me estoy sintiendo bien...
-Desde un principio, te lo advertí. Te dije que no iba a ser fácil...
-Ya sé que me lo dijiste. Y yo qué te contesté? Que te iba a acompañar. Como siempre lo hice. Pero...bueno...hoy estoy un poco melancólica... Bancame.
-La extrañás?
-Mucho.
-Yo también... Si querés la llamo...
-No! No! Por favor, no. Ya lo hablamos. No podemos jugar con ella... No!
-Es cierto. Esa fue nuestra premisa. Pensar en que, hiciéramos lo que hiciéramos, no la íbamos a lastimar...
-Sí. Lo recuerdo... Puta madre!
-Estás arrepentida?
-No. Arrepentida, no... molesta, nada más... Con la situación.
-Ya sé... Cuesta, Alma.
-Y duele... Un montón.
Silencio. Nos miramos. Los dos estábamos tristes. Con esa tristeza madre, que noquea. Otra vez, silencio. Nos volvimos a mirar.
-Dame otro café...
-No. Tanto café nos va a hacer mal... Un whiskicito? Medio?
-Hijo de mil..! Está bien... con hielo.
Fue la primer sonrisa. Y la compartimos. Ninguno de los dos estaba con ánimo como para reirse. Y era previsible. Tan previsible como esta charla adeudada. Una sonrisa fugaz, que se perdió rápida entre papeles de escritorio y mensajes de correo electrónico. Por allí hubo alguien que fue testigo de nuestra conversación. Habrá podido apreciar desde una simple pantalla de monitor el tono de nuestras sensaciones y sentimientos? Se habrá perturbado, por ser partícipe involuntario de nuestro blanqueo?
Terminamos el whisky. Como siempre, respetamos la medida. Además, la hora, no aconsejaba el exceso. Volteé para archivar una factura, y en un abrir y cerrar de ojos, el alma había vuelto al cuerpo. Me quedé solo, por fuera, aunque reconfortado. Esta vuelta, coincidimos, mi alma y yo, a pesar del dolor, de la pena y del sufrimiento.
Claro que cuesta, Alma. Y duele.
Georgie