Volvíamos de la fiesta, en el auto. Yo, ni una palabra. Paula se esforzaba en sacar un tema de conversación. Mis respuestas, simples y monosilábicas. Esta vuelta, me había enojado en serio...
-Pero...qué cuernos te pasa?
-Y a vos qué te parece? Dejá de hacerte la boluda, querés..!
-Nooo! No lo puedo creer..! El señorito está celoso..! De Matías? ja ja. Nooo! Esta vuelta llegaste demasiado lejos..!
-Pará de hacerte la inocente..! Estuviste mirándolo toda la noche... Y te baboseaste cada vez que se acercaba a hablarte... Dale, confesalo de una buena vez! Qué carajo pasa entre ustedes dos? Dale...decilo de una vez..!
Silencio. Maldito y puto silencio. Ma sí...que se vayan al infierno...juntos!

Paula era demasiado atractiva. Si bien cuando nos conocimos ese detalle no pasó desapercibido para mí, ahora caía como un búmerang. Derechito a mi cabeza. Para partírmela de un plumazo. No...no lo podía tolerar... Además, el haber estado del otro lado, me daba un hándicap, un plus de ventaja... Sí...cuando nos conocimos, yo fuí el tercero en discordia, el amante. Y ahora me tocaba jugar de boludo engañado... Qué destino de mierda..!
Llegamos a casa en medio de un clima horripilante. Se bajó del auto dando un portazo de aquellos, y subió derechito a tomar una ducha. Yo, en cambio, preferí una excursión por la heladera. Una cervecita bien fría, para terminar la noche, y comenzar a apagar el incendio de celos y nervios alterados. Luego, sí. Subir a bañarme, y acostarme al lado de la hija de puta que los había desatado. Para entonces, el sueño incipiente estaba comenzando a tranquilizarme...
Su manito fría en mi espalda me sacó del letargo. Intenté un gesto de disgusto: me arrinconé aún más hacia mi lado.
-Tontito... en serio estás celoso?
-Qué querés, ahora?
-A vos, celosito... Y su mano bajó hasta mi cintura. La hija de puta sabía que me podía...y resistir, no estaba en mis planes. Me dí vuelta. Se acercó más...y más...y me besó profundamente...
-Cómo me calienta cuando te hacés el enojado..! Qué ganas de hacerte pasar el enojo..!
Y su mano ya estaba posada sobre mi punto débil...que para entonces ya estaba fuerte. Me dejé llevar... Sabía que era imposible resistirme a ese torbellino de caricias. Y el olor salvaje que su cuerpo ya empezaba a despedir, me terminó de enloquecer.
A la mañana siguiente, desayunamos todos juntos. Los chicos, como siempre, terminaron de comer sus tostadas mientras subían al auto, Paula terminó de maquillarse usando el espejito del parasol de su lado, y yo, bostezando a más no poder, terminé de repartirlos. A los chicos, en el cole. A ella, en la oficina.
Como tenía una reunión, y era temprano, dejé el auto a lavar. Diez cuadras caminando hasta mi empresa no eran la muerte de nadie. Pero como el calor ya estaba apretando bastante, decidí a tomarme el primer colectivo que pasara. Con tanta mala suerte que me equivoqué de línea. Cuando reaccioné, ya había recorrido tres o cuatro cuadras en sentido contrario al que quería ir. Me bajé, mascullando mi impericia para movilizarme en transporte colectivo. No...no podía ser tan idiota...
Caminar. Ese era mi destino esa mañana. Y pasar por la esquina de Peña y Pueyrredón, ese conocido café con olor a Mar del Plata. Y ver sentadita allí, detrás del vidrio a Paula, muy risueña ella, acompañada de... Matías.
Y seguí caminando... El papel de boludo era el que mejor me quedaba. Y lo iba a seguir jugando, nomás...
Georgie