Para Cartas de Amor, de Locura y de Muerte.
Querido Tío Juancito:
Ojalá el viaje haya sido de tu agrado. Me hubiera gustado mucho haber estado presente cuando te fueron a despedir, pero sabés?, tuve unos días complicados, con mucho trabajo, y lamentablemente me lo perdí. Sé que Nani se ocupó de todos los preparativos, como una hija ejemplar.
Me imagino lo contentos que se deben haber puesto Coca, tu esposa de toda la vida, y Daniel, tu hijo menor, radicado allá desde hace dos años. Ya lo presentíamos nosotros. Tu nostalgia iba cada vez en aumento. Te notabas como ido, como que la añoranza de los afectos te reclamaba. Lástima Nani. Quedó solita. Pero creo que, apoyada por sus hijos y nietita, lo van a saber sobrellevar.
Como te decía al principio de la carta, ojalá hayas llegado bien, y el reencuentro con Coca y Daniel haya sido más que reconfortante. Te esperaban tu barco, tu caña de pescar, tu botellita de borgoña y algunos cigarrillos, que ahora podrás fumar sin temor a los retos. Sé que en el Cielo hay muy buenas nubes, desde donde podrás divisar el río y la isla que siempre te sedujeron. La isla que te vió crecer, y de la que me contaste tantas anécdotas. De tus primeros amores, de los barcos, tu vida de marinero y muchas más.
Yo, en unos días, estoy partiendo para el mar. Y cuando me esté acercando a la orilla, seguro que van a venir a mi mente recuerdos de aquellas vacaciones de la infancia, en las que subido a babuchas de tus hombros, supiste ser mi nave para llegar hasta "lo profundo". Si hasta el día de hoy conservo en la memoria la cara de susto de mi vieja, paradita en la costa, mientras nosotros la saludábamos desde más allá de la segunda rompiente, cagándonos de risa los dos, y yo sintiéndome en mis siete u ocho años, el más experto nadador.
Te deseo suerte. Dales un beso grande a Daniel y a Coca. Deciles que los extrañamos mucho y, que algún día, nos vamos a encontrar.
Desde aquí,
Georgie