Nos vemos en Australia

Conozco a muchos tíos que ya han sacado pasaje. Y ni hablar de las tías (ya tienen las valijas preparadas). Lo cierto es que Australia se está poniendo de moda. Surf? Sol? Intercambio cultural? Nada más alejado: las oficinas son el destino más demandado. Apego al trabajo en un ambiente formal? Frío, frío...

El artículo del día, en La Vanguardia digital.

Uno de cada cinco australianos practica sexo en la oficina

En la mesa del jefe, en el archivo, en las salas de edición, en un balcón o el tejado del edificio, y mejor si es alto, claro… Estos son los lugares preferidos por los trabajadores para tener sexo en la oficina. O eso es lo que afirma un blog del Times sobre cuestiones corporativas que asegura haber investigado el tema. Por internet, cómo no.

Dicen que el roce hace el cariño, que la proximidad y la complicidad de muchas horas de trabajo pueden desencadenar aventuras. El resto lo hacen las feromonas. De hecho, según una encuesta realizada por la publicación australiana News.com.au, uno de cada cinco trabajadores admite haberse liado con algún/a colega.

El estudio, llevado a cabo por la firma Linkme, revela además que la mayoría de la gente lo considera "poco aconsejable, pero comprensible" y que sólo le parece reprobable al 13% de los empleados. El 17% afirma haber encontrado pareja estable después de este tipo de aventuras.

Incluso después de demasiadas copas. Y es que, según los lectores de la misma publicación, la combinación compañero/a de trabajo-alcohol es la más peligrosa. Las confesiones de algunos no tienen desperdicio.

Un hombre declara haberse acostado con 30 colegas, mientras que otro dice haber exhibido su pene en plena oficina, y un tercero, banquero de profesión, haberlo hecho en todas las mesas del despacho. Aunque, en estos menesteres, ya se sabe que del dicho al hecho, hay un trecho.

Mientras, en el Times, ironizan sobre la conveniencia de practicar sexo en la sala de café, en el comedor, en los lavabos y, ya puestos, en medio de una diáfana oficina, sin paredes.

Eso sí, teniendo en cuenta dónde están las cámaras de circuito cerrado. Porque, si no, dicen, tendrá que pensar en cómo explicar a un responsable de recursos humanos por qué dejó su último trabajo.

Hasta aquí, la nota. Ya hemos hecho el amor en las alturas, llorando después de ver una película romántica y en el dormitorio de la Tía Eduviges. Rememoramos las primeras experiencias en asientos traseros de los autos de la adolescencia, hemos salido de trampa con nuestra propia mujer, y los menos afortunados (menos?) han acompañado a Joaquín a visitar a la Magdalena. No estaba todo dicho. Se abren nuevas y diversas posibilidades. Australia... O Buenos Aires...Con coraje, discreción y una pizca de suerte, todo se puede... 

Georgie

Fuente: La Vanguardia digital

http://www.lavanguardia.es/lv24h/20071122/53413028151.html